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La salud reproductiva es imprescindible en una sociedad basada en el bienestar, y debe ser central de cara a la creación de un futuro justo e inclusivo. Este derecho, que se ha confundido con un debate demasiadas veces, es la puerta a la libertad real de las mujeres y personas con vulva, cuyas oportunidades de elección han sido negadas históricamente en todas las sociedades patriarcales del mundo. Desde el derecho al aborto hasta la accesibilidad de métodos anticonceptivos baratos y seguros, la autogestión de la capacidad procreativa es vital para que todas las personas puedan decidir sobre su futuro de una manera informada y libre. Esta salud reproductiva debe pasar por todos los sectores de la sociedad, sin discriminar clases o identidades de género, y debe responder a unos mínimos globales.