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El brindar herramientas emocionales en la infancia pasa por que tengan un entorno que les brinde esas herramientas (familia, colegio, plataforma social), y que les sea posible aplicarlas. El discurso teórico muchas veces se pierde a la hora de la aplicación práctica, y esto se debe a la asunción de iguales circunstancias. “Brindar herramientas emocionales” suena como algo sencillo. Coges una herramienta, y se la enseñas a un niño/a. Sin embargo, convivimos en una "globaldemia de desigualdades" -concepto tomado de San Salvador-, en la que la realidad de cada menor, incluso sin salir de nuestro barrio, es distinta y desigual. Si queremos brindar una herramienta, debemos ser conscientes de la realidad específica de cada niño/a para así discernir qué aspectos son internos (y dependen del aprendizaje) y cuáles son externos (y no dependen del menor en sí). Es sobre estas últimas sobre las que se debería actuar, de manera complementaria, para que las herramientas sean efectivas.