Comunidades vivas
#Gi2030 Construyendo el futuro mediante la colaboración
¿Cómo puede perdurar un pequeño ecosistema cultural para seguir alimentando comunidades vivas?
Con esta pregunta cerramos el curso de verano especial Koldobika Jauregi: naturaleza, creación, comunidad. Los días 16 y 17 de junio nos reunimos en Miramar (Donostia) y en Ur Mara (Alkiza), para recordar al gran escultor Koldobika Jauregi y reflexionar sobre cómo proyectar su legado artístico hacia el futuro.
Ur Mara es un espacio singular: situado junto al arroyo de Alkiza, fue creado en 2008 por Koldobika y su familia como un laboratorio vivo en el que arte y naturaleza se entrelazan. Desde entonces, numerosos creadores han podido experimentar allí sus procesos artísticos de primera mano. Autodidacta y creador de un lenguaje artístico propio, Koldobika Jauregi fusionó en su obra elementos de la naturaleza y de filosofías orientales.
Durante el curso, Usoa Zumeta y Ainara Martin recorrieron la trayectoria del artista, explorando en detalle su proceso creativo personal y el contexto cultural en el que se desarrolló. Ambas subrayaron la gran carencia de documentación crítica sobre Jauregi: no existe un catálogo digitalizado de su obra, apenas hay piezas suyas en los museos, y es urgente digitalizar el archivo analógico disponible. Esta es una de las principales dificultades para garantizar una gestión adecuada de su legado. Pero ¿no es este también el reto de muchas otras asociaciones del tercer sector?
El valor de Ur Mara no es únicamente artístico. Es también un símbolo de la comunidad viva que ha surgido en Alkiza. En los últimos años el pueblo ha rejuvenecido notablemente, y los proyectos culturales —como el programa de becas Sormenaren Kabia impulsado por el Ayuntamiento, en la foto una de las artistas que se ha formado gracias a ella— han tenido un papel clave en este proceso. La pequeña escuela del pueblo cumple además una función esencial para arraigar a las nuevas generaciones.
Ur Mara como ejemplo de colaboración “tres hermanas”
En efecto, Ur Mara combina creación artística, una comunidad activa y el apoyo (fluctuante y precario) de las instituciones. De hecho, ha recibido ayudas económicas de la Diputación Foral de Gipuzkoa y de otras entidades, manteniendo además una relación activa con la escuela local y distintos centros de arte.
A pesar de todo, es un ecosistema que camina sobre un equilibrio delicado. El proyecto se alimenta de la energía y los vínculos personales del propio creador, se sostiene gracias a una red de voluntariado que apoya su actividad cotidiana, pero en términos de financiación, como tantos otros proyectos del tercer sector, convive a diario con la precariedad.
Como resumieron Zumeta y Martin al cierre del curso: la gran cuestión ahora es cómo y con qué forma seguir adelante. Este espacio —que aún no tiene una figura jurídica formal como museo— necesita forjar nuevas alianzas entre la comunidad, la familia y las instituciones para asegurar su continuidad. Desde el diálogo y la colaboración, habrá que encontrar nuevos caminos que permitan sostener este pequeño pero vivo ecosistema cultural.
Fotos: Unai Sorarrain
Reportar contenido inapropiado
Este contenido no es apropiado?
0 comentarios
Deja tu comentario
Inicia sesión con tu cuenta o regístrate para añadir tu comentario.
Cargando los comentarios ...