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Mi propuesta es poner el foco en la educación, que es en mi opinión uno de los funcionamientos fértiles más abarcadores que hay (hablando en terminología de Martha Nussbaum), ya que esta hace que los individuos puedan desarrollar tanto su capacidad de razón práctica (al formar libremente una concepción del bien y reflexionar críticamente acerca de la planificación de su propia vida) como la capacidad de afiliación (al estar en contacto con sus compañeros/as de clase en un círculo social adecuado). Cabe destacar que estas dos capacidades son las que Nussbaum, en el segundo capítulo de su libro “Crear capacidades” propone como las capacidades centrales con valor arquitectónico, ya que son las dominantes en comparación al resto, al encontrarse ligadas con todo el resto de capacidades centrales propuestas por la autora (p. 59, 2023).

No niego los beneficios que las redes sociales hayan podido otorgar, como por ejemplo, nuevas posibilidades de ganarse la vida, una mayor libertad a la hora de elegir desde qué fuentes informarse o comunicación inmediata internacional, pero estoy totalmente convencido de que debe existir un cambio real en el fomento de una mayor conciencia crítica de lo que los/as más jóvenes (y los no tan jóvenes) reciben, con el objetivo de diferenciar lo que es verdad o es mentira, y lo que es saludable o tóxico para uno y para los demás, con tal de crear ciudadanos y ciudadanas libres y críticos/as.

Como bien señala San Salvador al comienzo de su cuarto capítulo del libro antes mencionado, nos encontramos en un momento de la historia de muchísima incertidumbre, de aceleración y transformación continua (p. 91), y de alguna manera, considero que la educación debería adecuarse a este esquema global, haciendo consciente a todos y todas desde bien pequeños y pequeñas de los peligros que un mal uso de las redes sociales pueden acarrear.