Comunidades vivas

PentsARTE Kale Tailerrak es una propuesta de mediación cultural y participación ciudadana impulsada por la asociación Ikertze en colaboración con Gi2030 y la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología (UPV/EHU) a través de la iniciativa de los grupos de Investigación Aktiba (IT1762-22) y Elkarrikertuz (IT1586-22). Estos talleres en el espacio público invitan a reflexionar, crear y dialogar sobre el tejido asociativo de los barrios, combinando enfoques artísticos, pedagógicos y de investigación. Su objetivo es hacer visible la riqueza comunitaria de lugares como el barrio donostiarra del Antiguo, explorar los vínculos con asociaciones existentes y fomentar la imaginación colectiva sobre qué tipo de asociaciones se necesitan hoy.

El primer taller PentsARTE se propuso identificar el “txoko” favorito de cada persona participante, ubicarlo en el mapa mediante iconos (plazas, parques, casas...), y después construirlo simbólicamente con materiales reutilizados. La plaza Txalupagilene proporcionó un entorno recogido y al mismo tiempo abierto al tránsito de la calle Matía. Al ser un lugar habitual para familias y clientela de la cafetería de la esquina, el taller fue generando un espacio intergeneracional de conversación y creación compartida. La última parte invitaba a pensar en voz alta ante una cámara: “¿Qué tipo de asociación te gustaría que existiera aquí?” En paralelo, el equipo dinamizador planteaba preguntas como: ¿qué asociaciones conoces?, ¿formas parte de alguna?, ¿qué tipo de colectivo crearías tú?, ¿qué echas en falta en tu barrio? Las respuestas revelaban un conocimiento limitado del ecosistema asociativo existente, pero también un deseo de mayor conexión y visibilidad.

Este primer taller no fue solo una actividad comunitaria, sino también un espacio de aprendizaje mutuo entre Ikertze, la universidad y las estudiantes implicadas en el proyecto. Días después, en una sesión de evaluación (20 de mayo), las participantes compartieron su vivencia de este proceso. A pesar de comenzar con cierta incertidumbre y sin una conexión clara entre el taller y sus proyectos individuales, todas coincidieron en valorar muy positivamente la experiencia.

Descubrieron que la creatividad también nace del “no saber”, y que, como los objetos simbólicos del taller, cada persona puede encontrar conexiones significativas desde su vivencia, su subconsciente o su deseo. Como dijeron en la evaluación:

“Conectar con el juego y no saber a dónde nos lleva este proceso es, en sí mismo, valioso”.

La experiencia también sirvió como espacio para articular tres dimensiones: el proyecto de PentsARTE, la teoría aprendida en la universidad y sus propios procesos escolares, que se entrelazaron para pensar colectivamente sobre el papel de las asociaciones en la vida cotidiana. Esto generó ideas que tal vez puedan integrarse en los Trabajos de Fin de Grado y Master que están realizando. Por ejemplo, una de las estudiantes propuso la creación de 3 narrativas y 3 cartografías con las que visualizar y expresar las relaciones y conversaciones entre las tres experiencias.

Además, surgieron aprendizajes específicos: muchas personas no sabían cuántas asociaciones hay en su barrio (más de 200 en El Antiguo), ni diferenciaban claramente entre conceptos como “asociación”, “sociedad” o “colectivo”. Algunas solo reconocían las gastronómicas, y nadie mencionó asociaciones del movimiento popular. Como una de las estudiantes señaló:

“¿Qué define realmente a una asociación: su forma jurídica o su aportación concreta a la comunidad?”

Entre las facilidades, destacaron el clima de colaboración, la implicación colectiva, y el liderazgo claro del equipo de Ikertze, que supo guiar sin imponer. Reconocieron que sería difícil organizar algo así desde el aula sin ese acompañamiento. También subrayaron el valor de trabajar “con el cuerpo”, en la calle, y no solo desde la teoría.

Entre las dificultades, mencionaron el poco tiempo para preparar, la falta de estrategia de comunicación que podría haber atraído a más gente, y cierta resistencia inicial a participar, vista también como un reflejo del barrio.

Finalmente, las estudiantes expresaron gratitud por la transparencia, la horizontalidad del proceso y la posibilidad de romper el abismo entre universidad y vida real:

“¿Para qué investigamos? ¿Para quién enseñamos? Esta experiencia nos ayuda a entretejer más esas preguntas con la realidad”.