Comunidades vivas
#Gi2030 Construyendo el futuro mediante la colaboración
Acuerdo Vivo de Co-responsabilidad: cómo medir relacionalmente el impacto social
Resumen basado en: Dark Matter Labs. (2025, April 7). The Living Stewardship Agreement: A new lens for measuring social impact through relationships. Medium.
En un momento en que las comunidades se enfrentan a retos ecológicos y sociales sin precedentes, se vuelve urgente replantear cómo entendemos y medimos el impacto social. El Acuerdo Vivo de Co-responsabilidad (Living Stewardship Agreement o LSA), desarrollado por Dark Matter Labs, ofrece un marco innovador: propone que el impacto no se mida únicamente por resultados cuantificables, sino por la calidad, sostenibilidad y ética de las relaciones entre personas, organizaciones, comunidades e instituciones.
De indicadores a interdependencias
En los modelos tradicionales de gobernanza, el impacto suele entenderse como una serie de metas alcanzadas: número de beneficiarios, cumplimiento normativo, resultados económicos. Sin embargo, este enfoque ignora una dimensión clave: la interdependencia que sostiene esos resultados. ¿Quién se compromete con quién? ¿Qué condiciones hacen posible que un sistema funcione de forma ética, resiliente y sostenible?
El Acuerdo Vivo de Co-responsabilidad responde a estas preguntas con una propuesta concreta: una interfaz digital que permite a comunidades e instituciones mapear sus relaciones, registrar compromisos mutuos, y activar mecanismos de seguimiento basados en confianza, retroalimentación y responsabilidad compartida.
Relaciones como unidades de impacto
Este acuerdo no es un contrato en el sentido tradicional. Es una herramienta viva, diseñada para representar las relaciones necesarias para el bienestar de un sistema—ya sea un río, una ciudad, o una red institucional—y para incentivar su cuidado mediante prácticas visibles y compartidas.
Cada relación registrada en el acuerdo representa una condición necesaria para que una parte (persona, colectivo, entorno natural) pueda prosperar, y una promesa concreta de otra parte de contribuir a esa condición. Así, el impacto social no se mide solo en lo que se entrega, sino en cómo se cuidan y cumplen esos compromisos.
Gobernanza distribuida y legitimidad institucional
Para la ciudadanía, instituciones públicas, organismos gubernamentales y organizaciones del tercer sector, el Acuerdo Vivo de Co-responsabilidad representa un cambio significativo: pasa de un modelo basado en control y cumplimiento hacia uno basado en relaciones, reconocimiento mutuo y corresponsabilidad.
En contextos donde la gobernanza es compleja—como la gestión de cuencas hidrográficas, el urbanismo participativo o la transición climática—este enfoque permite:
- Visualizar compromisos en red, más allá de jerarquías formales.
- Activar circuitos de retroalimentación, donde la comunidad puede señalar el cumplimiento o incumplimiento de promesas.
- Construir legitimidad cívica, no solo mediante la autoridad legal, sino por la presencia atenta, la escucha activa y el cuidado relacional.
Es una forma de rendición de cuentas más cercana, horizontal y adaptativa, que reconoce el valor del conocimiento distribuido y la acción compartida.
Hacia una nueva cultura institucional
El Acuerdo Vivo de Co-responsabilidad no sustituye leyes ni reglamentos. Más bien, los complementa con una capa de inteligencia relacional. Ofrece una gramática para registrar compromisos, dar seguimiento mediante feedback, y permitir que estos registros se conviertan en una fuente valiosa de aprendizaje institucional, memoria comunitaria y evidencia de impacto.
En tiempos donde la confianza en las instituciones está en crisis, herramientas como esta pueden ayudar a regenerarla, no solo diciendo lo que se va a hacer, sino mostrando—en tiempo real—cómo se está haciendo, quién se está implicando, y qué efectos tienen esas relaciones sobre el conjunto del sistema.
La promesa como práctica cotidiana
Prometer, nos dice Marina Garcés, puede ser una forma de rebelión que introduzca la batalla por el valor de la palabra en un presente incierto y un futuro amenazado. En este contexto, elAcuerdo vivo de gestión responsableno es simplemente una herramienta técnica para mapear relaciones; es, ante todo, un espacio donde la palabra dada —el compromiso asumido entre personas, instituciones y entornos más-que-humanos— adquiere un valor político y ético.Lo que hace este acuerdo es mantener un registro vivo de las promesas que los actantes se hacen unos a otros, configurando asíuna red de responsabilidad y cuidado mutuo. Prometer atención, cuidado y corresponsabilidad en un sistema cada vez más marcado por la desconfianza y la fragmentación es, sin duda, un acto de resistencia: una manera de sostener el vínculo y afirmar que otro tipo de convivencia y gobernanza es posible si empezamos por tomarnos en serio lo que decimos y lo que nos comprometemos a hacer.
Así, más que un informe, el impacto se convierte aquí en una práctica cotidiana de cuidado, corresponsabilidad y aprendizaje mutuo. El Acuerdo Vivo de Co-responsabilidad transforma nuestra forma de entender el poder institucional: no como capacidad de imponer coercitivamente, sino como capacidad de sostener relaciones éticas, efectivas y vivas.
Gracias a Arantzazulab, donde pudimos contactar con Dark Matter Labs a través de Fang-Jui ‘Fang-Raye’ Chang, en Gi2030 hemos abierto un canal de comunicación para explorar posibilidades de adaptar el LSA a nuestra investigación-acción.
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